Habla trigal y aguamarina
viste otoño
Y sólo yo sé
cuánto me gustan los hombres
que visten otoño.
Se mueve en era
con timidez escandinava
y salto contenido.
A veces me lo encuentro
al doblar la esquina
y le digo, en intento:
tormenta, hierba que seca
es paja al sol,
rulos, tierra mojada
alcohol y café de Colombia.
Cosas que le digo, también
cuando me mira azorado
porque el libro humedecido
y las páginas onduladas
pero yo no he sido.
Le acaricio las pestañas de mirlo
con distancia
que no pasa nada, le digo.
explícalo en préstamo.
Y dame tu teléfono.
No, ésto último no.
Me lo trago de miedo al sí.
Por si acaso luego todo es
ropa tendida al sol
canela y miel con limón.
No,
ésto último no.
Por si me dice
que sí.