06 diciembre 2009

Canción del infortunio

Cuerpos fugaces que caminan despacio en las llanuras téxtiles que se extienden a lo largo del caos ordenado al milímetro en la distancia sin kilómetros en la que se mide esta habitación; desolación que es la canción que tararea rutina, como una vieja que tiende la colada, como los años que sujetan las pinzas, como las gotas que antes de estrellarse contra el suelo mojaban mis labios, que sin quererlo le susurraban al tiempo: canciones de amor, canciones de derrota, canciones de carretera, para intentar seducirlo y que esta noche se quedara conmigo; paciencia, que es el padre de todos los males, de los pesares de los corazones intranquilos que sin pensarlo se tiran al rio después de colocar un pie demasiado cerca del borde; paciencia, que sin saberlo, da consejos a los cobardes y se olvida de los suicidas, que sin cuerda se caminan los tejados ajados y sin orgullo de esta ciudad maldita, que espera que algún pobre del extrarradio, borracho y sin futuro, se enamore de ella y la saque a bailar y le diga esas cosas que sólo los que nada tienen que perder saben cantar.