26 febrero 2012

Un montón de casas

No creo que nadie oiga jamás mi verdadero nombre,
tengo demasiada vida encima.
Llevo cuatro días intentando apagar el cielo
tratando de llegar al suelo con la punta de los pies.
Llevo cuatro días corriendo las cortinas
encendiendo las luces, dando de comer a los voyeurs.
He aprendido tanto que ya no me cuesta olvidar.
Abro en canal el asfalto hasta dar con el amarillo,
mar en alguna playa huidiza del Norte.
Me siento en las vías del tren.
Esta vez las vistas son perfectas.