11 septiembre 2011

Un parque en verano

Sentada a esta orilla de la realidad
siento resbalar el tiempo por mi pierna.
El tiempo es una araña diminuta
pequeñísima
de color rojo.
Jamás lo habría imaginado así,
tan brillante,
tan intenso,
tan extraño.
El tiempo en mi pierna.

Y es entonces,
cuando extrañada,
como siempre,
me percato de;
la manzana en el suelo
agureajada
por los perdigones del tiempo,
el banco
cubierto de graffitis,
la piedra olvidada,
último vestigio de civilización,
en este lugar de la ciudad
poblado, ya tan sólo
de terceras edades y ningún intento
u oportunidad
con la que secuestrar la intensidad
de una mañana cacofónica,
de algún momento
antagónico y anterior
que se repite en este presente
inexacto,
en este arrabal
de verdades
o
de mentiras,
de qué más da
plurales
En este lado de la ciudad
que nadie conoce
que nadie recuerda ya.