Vinieron náufragos
a parar a mi cabello.
Trajeron historias,
botellas de ron,
putas
y el olor a puerto.
Y una mañana
comenzaron los asedios.
Sin darme cuenta:
de náufragos a piratas.
Hirieron pieles de muy diversa naturaleza. Hubo sangre, a veces. Unas roja y con sabor a herrumbre. Otras incolora y salada.
Vinieron.
Vinieron sin nada.
Cómo se fueron.