Siempre tuve buena puntería.
La gente no me cree.
Porque no me gustan las casetas,
las escopetas de aire comprimido.
Pero siempre tuve buena puntería.
No es difícil.
Lo reconozco.
Básicamente, consiste en acompasar
la respiración al disparo.
Todo lo demás se me da bastante peor.
Ni siquiera sé opinar lo mismo
durante dos horas seguidas.
Los saco de quicio,
a los pobres.
He descubierto dos nuevos tomates
en mis dos nuevos calcetines.
Y eran los únicos a los que llamaba: decentes.
¿Dónde coño meto siempre los pies?
Y no pretendan extraer nada profundo de esto.
La profundidad déjensela a los muertos.
Ah, y a las bases de concursos
que piden biografía:
No sean redundantes,
esperen a que esté muerta.