14 febrero 2011

Pequeña historia del auto-engaño

Hay una sombra en el cristal, dicen que es mi reflejo. Yo lo miro, una y otra vez, y no logro reconocer ni uno solo de los rasgos que ahí se dibujan. Lo que yo imaginaba bello y claro se presenta oscuro y distorsionado. ¿Dónde están los cabellos en llamas y los ojos verdes de serenidad? ¿Es esto quizás un engaño? –Exclamo- ¡Qué crueldad! Y sin pensarlo, hago un gesto a mis lacayos, y digo: llévenselo, refiriéndome con gran desprecio y desagrado a este espejo ingrato. Pero ellos, entre burla y burla, cuando el aire recobran, después de tanto jijiji jajaja acaban por confesar, sin apenas recato, que es ésta, en verdad, la realidad.

Vuestra realidad, pienso, mientras me meso la cabellera de fuego que el mundo se empeña en confundir con castaño.