11 septiembre 2010

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Existe una hoja en el calendario, que nunca acaba de desprenderse. Araña sus últimos segundos de vida con furia, no quiere que la memoria, o más bien la pérdida de esta, la venza.

(Una vez más la misma metáfora, agotada de tanto uso, clama por un pedazo de descanso. Le digo que son tiempos difíciles, que sea paciente, que aguante un poco más.)

Mientras, seguimos a vueltas con el dial de la radio, esperando que el ruido de la distorsión, mate a la soledad, que se cuela en forma de rayos de sol débiles, a través del doble cristal. Llegan voces, titubeantes y atroces, se columpian del cobre, y me tiemblan las manos. Dile al día que se apague, yo no quiero más.

Y como si un dios vigilante, el sol calló. La oscuridad resbalaba por las paredes.