13 agosto 2010

Memorias de una sombra: La Caminante

Y a veces vengo, y miento, porque tengo miedo. Y me escurro y huyo, porque temo. Temo todo y todo temo. Y me voy, así, de a pocos, para evitar lloros, y despedidas. Y me ahogo, yo contra todo pronóstico, yo que siempre fui pez, pez en rios revueltos, en días de marejada, pez en el salitre, pez en la calma extraña que precede a la tormenta. Y mentira, mentira, mentira. Yo, aquí, desnuda y titubeante, yo que temo. Y temo. Y soy ave, ave translúcida, ave ignorada, ave pesadilla, que se abre y abre en la inmensidad de sus alas, ave que se inunda y se ahoga de la propia libertad de un cielo sin horizonte. Y yo mentira. Mentira oscura, turbia. Mentira en un cajón, doblada, cuidadosamente, pero mentira. Mentira de algodón. Mentira de noche y mentira de día. Yo que siempre fui gato, ronroneante y violento a partes iguales. Yo bipolar, de carácter variable, de color apagado, entre el gris perla y el gris tormenta, un sin fin de tonalidades. Yo escasa, siempre en palabras, yo tartamuda en gestos. Yo el tiempo que resbala por las paredes. Yo primera oscuridad, que recorriendo la senda será última y nada más.