Desde la tristeza de esta colcha
he aprendido a contradecirme;
a quererme por la mañana,
a odiarme por la noche.
Desde la tristeza de estas sábanas
he aprendido a decir jamás,
a arrepentirme de tal vez,
a herirme por quizás.
Desde la tristeza de esta almohada
he aprendido a llorar,
a inundarme de pena,
a secarme de A.
Desde la tristeza de esta celda
he aprendido a vislumbrar
el sol que amenaza con cegarme,
y a odiar a la amaneza,
que tan sólo es eso,
amenaza.