Trato de explicarme. Ando a vueltas siempre
con el mismo tirano. Una llama azul me incendia,
me consume por dentro. Aún no he encontrado forma
de acallar su crepitar ¿Serás tú? En ese momento me
alejo,
aturdida. Veo
la lluvia caer y comprendo su método
para el otro.
Adelanto la mano para frenar la violencia del
momento
que me muestra que puedo permanecer bajo el aguacero
sentir frío, castañeo de dientes, tiritar de la
piel, y seguir así
sin empaparme, hasta el fin del este. Por eso me
atosigo. Y toso.
Y lloro. Y me doblo sobre mí. Me clavo mil puñales.
Y al final,
en el piso de frío o en la colcha de mañana o en la
esquina del tiempo
me pregunto si será siempre igual.