Me cago en la vida,
en los experimentos físicos,
que comienzan con cuatro letras
y que poetasnaifs
con blogs en blanco y sepia
adornan con vespas
que recorren la misma ciudad
sin papeles
ni compresas usadas.
Sin alcantarillas.
Ni ratas.
Me cago en la muerte
Sobre todo a los 23,
Sobre todo si no avisa,
Sobre todo si lo hace.
Me cago en el asfalto.
En las pieles muertas.
En las postillas de las rodillas que permanecen
aun con veinte.
En la cicatriz.
La que esta, y la que no tardara en llegar.
En los desodorantes.
Y en el olor putrefacto corporal en un bar
a las seis de la mañana.
En la saliva que persigue mi cuello,
En las manos que se atascan en mi falda.
Me cago en mi suerte en general
Y en la mala, para no variar.
Me cago en las formulas de cortesía
para llegar al final del día
con vida, o con un pellizco de ella.