09 febrero 2011

Naufragio en tierra firme (I)

Amaneció una mañana en una carretera secundaria; los pantalones sucios, la camiseta rota. Sólo recordaba un nombre: Cat. Así que lloró, lloró durante un día entero, lloró durante una noche que parecieron dos. Lloró cuando el conductor de un camión que transportaba pollos desde México a Estados Unidos le dijo que la llevaría a donde quisiera si le hacía un favor. Lloró cuando el conductor la llamó puta. Cree que lloró durante un mes entero, pero sólo fueron un día y dos noches, el tiempo que le llevó darse cuenta de que estaba en medio de la nada, sin recuerdos y sin identidad.

Se sentó en la inmensidad del desierto, y sin quererlo, al tiempo que hipaba fue construyendo montoncitos de arena, pequeñas montañas que de vez en cuando quedaban marcadas por alguna lágrima rebelde. Y es que intentar trazar un magnífico plan partiendo de la más absoluta nada nunca ha sido tarea fácil. De momento la única palabra que le venía a la cabeza era: sobrevivir.