21 septiembre 2008

Agobiada, golpeada, frustrada, resignada, olvidada, familiarizada con el hambre, carente del sentimiento para amar, mutilada por la razón, pensativa y previsible, escondida bajo capas de ropa que la protegen del sol, tiritando, temblando e intentando olvidar fue como la encontré. Descompuesta y tambaleante, la ayudé a levantarse, no hablaba, no confiaba, no veía ni oía, todas sus fuerzas estaban concentradas en intentar captar el reflejo de algún sentimiento que no fuera el odio. La acaricié y sus temblores se multiplicaron, miedo fue la palabra que sus rizos formaron, miedo fue la palabra que brotó de sus labios secos cubiertos de heridas, miedo fue la palabra que sus ojos pardos pintaron en los míos, miedo fue la historia que sus manos compusieron cuando se agarró desesperada a mi espalda.